Cuando a generaciones pasadas se nos educó en la contención, el estoicismo y la capacidad de soportar en silencio situaciones adversas, los jóvenes actuales se muestran mucho más propensos a exteriorizar sus sentimientos y a efectuar grandes renuncias ante distorsiones de tipo emocional. El ambiente hoy dominante y la propia educación contemporánea, que anteponen el cuidado de los sentimientos a la forja de un carácter recio, favorecen el afloramiento de problemas que antes se minimizaban, o que se ocultaban de la vista de todos para evitar un rechazo social. Si ser débil antes era un estigma, hoy mostrar las heridas en público supone un plus de respetabilidad.

Iñigo Martínez, defensor del Athletic de Bilbao y de la selección española, un tipo fornido que parece rebosante de salud, renunció a sus 30 años a jugar la última Eurocopa, uno de los grandes torneos que cualquier futbolista pagaría por disputar, porque sólo puedes hacerlo -con suerte- una o dos veces en la vida. Y la razón no fue una lesión o un problema físico, sino su estado mental. En una reciente entrevista a corazón abierto mantenida con Eduardo Castelao, decía que “los aficionados no son conscientes de lo que conlleva el futbol profesional, y de las presiones que nos toca asumir. Poco a poco vas llenando el saco hasta que la mente dice basta”. Y concluía diciendo que, con lo que él había vivido, el dinero ayuda, pero no es suficiente.

Martínez sacaba a la luz el problema de la salud mental de los deportistas de élite, algo que en otras épocas era tabú, pero que en los últimos tiempos se está poniendo de manifiesto ante la opinión pública mundial. Otro caso muy conocido ha sido el de la norteamericana Simone Biles -la gimnasta más laureada de la historia- que aspiraba a cinco medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio y se retiró sorprendentemente tras su primer salto, reapareciendo al final de la competición para ganar un bronce en la barra de equilibrios. Biles, que a la presión competitiva añadía una dura experiencia personal -en la que no faltaron abusos sexuales del antiguo galeno de la selección USA-, declaró a la revista New York Magazine “sólo quiero que un médico me diga cuándo voy a superar esto”.

También ha sido notoria la historia de la tenista Naomi Osaka, ex número 1 del mundo y ganadora de varios torneos de Grand Slam. La muy mediática jugadora japonesa -actualmente la deportista femenina mejor pagada del planeta- decidió abandonar el torneo de Roland Garros del pasado verano tras negarse a cumplir sus obligaciones con la prensa. Y, poco tiempo después, declaró en el US Open que se tomaría un descanso del tenis para concentrarse en su salud mental.

En otros ámbitos profesionales, nos llegan de los Estados Unidos noticias de lo que allí denominan el fenómeno de la “gran renuncia”. Que es la tendencia de muchos norteamericanos a abandonar voluntariamente sus empleos por problemas personales. Según el Departamento de Trabajo, más de 4,3 millones de personas dejaron sus puestos de trabajo durante el pasado mes de agosto, cifra que asciende hasta 20 millones si se computa desde el mes de abril. Varios factores pueden explicar ese alarmante fenómeno, que afecta especialmente a la hostelería, al sector minorista y a trabajos de baja cualificación. Pero también ha empezado a darse -de forma notable- en sectores cualificados como el sanitario o las empresas tecnológicas.

Diferentes circunstancias apuntan los expertos como causantes de esta situación. Algunas dependen de la propia evolución del mercado de trabajo, como el estancamiento de los salarios, la elevada precarización del empleo o el aumento de la inflación. Otras parecen clara consecuencia de la pandemia, como la vuelta a la presencialidad, la poca flexibilidad de muchas empresas con los horarios de trabajo y otras cuestiones relativas a la conciliación familiar. Pero un número significativo de abandonos se debe a la existencia de estrés o recurrentes problemas mentales, y al cambio de prioridades de mucha gente en relación con las cosas importantes de su vida.

Seguramente, la pandemia y la situación de confinamiento han ocasionado trastornos notables en la psicología de las personas, y que muchos empiecen a valorar su existencia desde una perspectiva bastante diferente. También han supuesto una considerable situación de agotamiento en trabajadores situados en “primera línea” (atención médica, fuerzas de seguridad, empleados de empresas de alimentación y abastecimiento, cuidado infantil), muchos de los cuales fueron llevados al borde de su resistencia física y mental, tanto en el desempeño de su propio trabajo como por el dramatismo de muchas situaciones que tuvieron que vivir a diario, dada la cantidad de fallecimientos ocasionada por el coronavirus.

Visto todo lo anterior, ¿qué está pasando por la cabeza de nuestros jóvenes? ¿Por qué renuncian hoy con más facilidad a cosas que sus mayores consideraban sagradas? En una reciente entrevista en este mismo diario digital, el doctor Miguel Lázaro, reconocido psiquiatra y actual presidente del Sindicato Médico de Baleares, decía que “estamos sufriendo dos pandemias: la Covid y el deterioro de la salud mental”, y añadía que “el estrés crónico es un depredador del cerebro muy importante”. Ante el evidente aumento de enfermedades mentales, como los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos, el doctor Lázaro hablaba de la importancia de la “aceptación”, de lo esencial que resulta asumir lo que uno tiene, aunque lo que está sintiendo no le guste.

Ahí estriba la principal diferencia con el pasado. Cuando en otras épocas todas estas situaciones se escondían, hoy existe un afán encomiable por manifestarlas. Y por buscar para ellas ayuda profesional. Ello no significa que haya dejado de ser importante cultivar la tolerancia a la frustración, o también al propio sufrimiento. Pero la exteriorización de problemas antes ocultos representa un gran paso para su curación. Lázaro abogaba también por conseguir dar una perspectiva temporal a los trastornos mentales que cualquier persona está pasando. Y ver “si dentro de unas semanas damos a esos problemas la misma importancia que les damos ahora”.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 13 DE DICIEMBRE DE 2021.

Por Álvaro Delgado Truyols