El blog de Álvaro Delgado Truyols

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La falsa contraposición

Vivimos en un país tan polarizado que muchos de nuestros compatriotas suelen tranquilizar sus conciencias acudiendo siempre por sistema a la falsa contraposición. Si alguien está en contra de la actuación del gobierno de izquierdas es porque es un fascista redomado. Si alguien no simpatiza con postulados del separatismo vasco o catalán esconde un enfermizo nacionalista español. Si uno critica las doctrinas del feminismo radical es un machista de manual. Si a uno le gusta el fútbol que practica el Barcelona es un antimadridista fanático. Y así funciona casi todo con la mayoría de cerebros binarios que proliferan en el pueblo español.

El arte de conservar el poder

La democracia liberal nació a finales del siglo XVIII como el gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, en inmortal frase de Abraham Lincoln -pronunciada en su famoso discurso de Gettysburgh- basada en el “We, the people” de la Constitución norteamericana de 1787, cuyo preámbulo dice así: “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con el fin de formar una Unión más perfecta, establecer la justicia, garantizar la tranquilidad nacional, atender a la defensa común, fomentar el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros mismos y para nuestra posteridad, por la presente promulgamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América”.

¿Una hipótesis descabellada?

Comprobado en los últimos tiempos el baremo moral de quienes hoy gobiernan España, al que se añade su capacidad para manipular normas, controles e instituciones, voy a plantearles una hipótesis política en principio descabellada. O no, como diría el gallego Rajoy, conociendo el afán de lo que llamamos “sanchismo” para aferrarse desesperadamente al poder. Con la expresa advertencia de que se trata, solamente, de un ejercicio de política-ficción.

Escribiendo Derecho con renglones torcidos

Dos recientes escritos de nuestros Tribunales acaban de revelarnos la irrefrenable tendencia de algunos jueces españoles a introducir argumentaciones políticas en delicadas resoluciones judiciales, con el fin de satisfacer anhelos ideológicos o hacer méritos frente al poder.

Pillos en política, torpes en Derecho

La maniobra efectuada por el ex presidente de la Diputación de Badajoz -y líder del PSOE en Extremadura- Miguel Ángel Gallardo para forzar su aforamiento horas antes de que la jueza Biedma le mandase a juicio en compañía de David Sánchez revela el escaso respeto que muestra el sanchismo por el mundo de las Leyes. Y nadie duda que esa sorprendente cabriola -tuvo que dimitir una diputada socialista, y también renunciar ante notario cuatro personas que le precedían en listas para lograr que fuera diputado autonómico- venía firmemente ordenada por “cerebros” de La Moncloa.

Mallorca ignora a sus mejores hijos

Escuchar a un argentino de Rosario defender la conquista española como nosotros nunca hemos sabido hacer resulta un acontecimiento impactante. Eso hizo el historiador Marcelo Gullo el lunes pasado en Palma, invitado por el Círculo Mallorquín y la Academia de la Historia, reventando intelectual y físicamente las góticas costuras del viejo edificio de la calle Can Campaner. La experiencia de ver en nuestra ciudad -un lunes por la tarde- a gente sentada por los suelos para escuchar a un conferenciante resultó también un fenómeno alucinógeno, por inusual.

Aterriza (o pasea) como puedas

“Aterriza como puedas” fue una película de culto, estrenada en los años 80, que parodiaba el cine de catástrofes que había estado de moda años atrás.  La historia -recordada por varios cameos de personajes famosos, entre ellos del ídolo de la NBA Kareem Abdul Jabbar, que aparecía como copiloto- nos presenta un disparatado vuelo en el que la tripulación y muchos pasajeros se intoxican por la ingesta de alimentos en mal estado, narrando las hilarantes peripecias que tienen que afrontar para lograr aterrizar el avión en el aeropuerto de Chicago.

Un país apagado

El apagón del pasado lunes, que dejó sin energía eléctrica a toda la península ibérica durante casi once horas, puso de manifiesto no solo que sufrimos un anormal “cero energético”, sino que vivimos instalados en un acongojante “cero gubernativo” y, como agravante de lo anterior, en un “cero informativo” oficial. Si no llega a ser por la radio, pues muchos ciudadanos resucitaron de sus trasteros los viejos transistores de antena cargándolos con pilas compradas en los chinos, el pueblo español hubiera vivido la angustiosa jornada en la ignorancia absoluta.

La fragilidad de nuestra convivencia

Estos pasados días festivos de la Semana Santa me permitieron leer dos recientes novelas españolas de temática histórica -una con sorprendente final distópico-, ambas casualmente ambientadas en diferentes momentos del franquismo. La primera, “Me piden que regrese” de Andrés Trapiello, describe con precisión de cirujano y gran dominio del lenguaje la vida madrileña en la posguerra española, justo en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. La segunda, “La herencia” de Jesús Gallego, sitúa su trama treinta años después, en el delicado e incierto momento de la muerte de Franco, cuando todos nos estuvimos jugando disfrutar de nuestra democracia actual.

José Luis y sus visitadoras

El maestro Mario Vargas Llosa -tristemente fallecido hace una semana- recreó en “Pantaleón y las visitadoras” las peripecias de un capitán del ejército llamado Pantaleón Pantoja, a quienes sus superiores encomendaron la misión de satisfacer las necesidades sexuales de los soldados destinados en los aislados cuarteles de la Amazonia peruana. A tal efecto, el recto oficial, seleccionado para esa delicada misión por ser un funcionario modélico, creó una organización de prostitutas eufemísticamente llamada SVGPFA (“Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines”) para cumplir estrictamente el encargo, hasta que él mismo se vio involucrado en un tumultuoso affaire con la atractiva Olga “La Brasileña”, que acabó dando al traste con la compleja operación militar.

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