Una de las señas de identidad del actual Gobierno es la colonización de todas las instituciones del Estado para ponerlas incondicionalmente a su servicio. Entre las más llamativas, destaca la estratégica colocación al frente del Tribunal Constitucional -órgano encargado de velar por el cumplimiento de los derechos y garantías previstas en nuestra Constitución- de un soldado del PSOE como el magistrado Cándido Conde-Pumpido.
La aparición de DeepSeek, una aplicación de inteligencia artificial (IA) de fabricación china, hizo estremecer al mundo tecnológico hasta el punto de que el lunes 27 de enero se evaporó un billón de dólares del valor bursátil de las principales fabricantes de IA del mundo.
En su ensayo “Cómo mueren las democracias”, publicado en 2018, los politólogos de la Universidad de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt explican cómo líderes elegidos democráticamente pueden ir subvirtiendo gradualmente las instituciones con el único fin de aumentar o mantener su poder. Con referencia al poder judicial, uno de los principales contrapesos del poder ejecutivo en todo sistema verdaderamente democrático -en el que existe separación de poderes-, sostienen dichos autores que “los gobiernos que no logran eliminar a los jueces independientes pueden sortearlos plagando los Tribunales de afines”. Eso es lo que hizo Donald Trump en su primer mandato con el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, y lo que intenta consumar ahora Pedro Sánchez tras haber colonizado groseramente el Tribunal Constitucional con ex ministros y ex empleados de La Moncloa comandados por el inefable Cándido Conde-Pumpido.
“Algunos hombres buenos” es una película norteamericana del año 1992, interpretada por Tom Cruise, Demi Moore y Jack Nicholson, que narra el juicio seguido ante un Tribunal militar por el asesinato de un marine en la base naval de Guantánamo del que son acusados dos compañeros, descubriéndose durante el proceso que dicho fallecimiento encubre una trama de malos tratos y abusos físicos ordenados por el comandante de la base.
Ya dijo Alfredo Pérez-Rubalcaba, tal vez anticipando lo que iba a suceder tras su propia muerte, que “en España se entierra muy bien, de maravilla”. Y eso es lo que ha sucedido manifiestamente en Baleares tras el fallecimiento del ex president Francesc Antich, que nos ha dejado de forma prematura hace unos días contando solamente con 66 años de edad.
El Catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania Jesús Fernández-Villaverde, uno de los pensadores españoles más influyentes del mundo, pronunció el día 12 de diciembre una conferencia magistral en la Fundación Rafael del Pino de Madrid bajo el título “España (y Europa) en apuros”. En ella diseccionó con precisión los grandes retos que enfrentan España y el continente europeo en un momento histórico caracterizado por el colapso demográfico, el estancamiento económico, la inestabilidad geopolítica y la irrupción de la inteligencia artificial.
Raymond Aron, gran estudioso de los totalitarismos, escribió que “en política no se elige entre el bien o el mal, sino entre lo pasable y lo detestable”. La expresión demuestra un pragmatismo evidente, aunque en la convulsa España de hoy a un buen número de ciudadanos nos resulta ciertamente difícil ubicar dónde está el límite de lo pasable.
“Este libro trata de lo que sucedió cuando sectores de las élites y las masas de gente normal y corriente decidieron renunciar en Alemania a sus facultades críticas individuales en favor de una política basada en la fe, la esperanza, el odio y una autoestima sentimental colectiva de su propia raza y nación… Se aborda en él el colapso moral progresivo y casi total de una sociedad industrial avanzada del corazón de Europa, muchos de cuyos ciudadanos abandonaron la carga de pensar por sí mismos, en favor de lo que George Orwell describió como el ritmo de “tamtam” de un tribalismo de nuestro tiempo. Depositaron su fe en malvados que prometían un gran salto hacia un futuro heroico, con soluciones violentas a los problemas locales y generales de la sociedad moderna de Alemania. Las consecuencias, para Alemania, Europa y el resto del mundo fueron catastróficas…”. Así comienza la obra “El Tercer Reich. Una nueva historia” de Michael Burleigh, el análisis más completo y definitivo de la horrible tragedia nacionalsocialista que asoló Europa a comienzos del siglo XX, y que terminó en el desastre de la Segunda Guerra Mundial, con sus 50 millones de muertos.
El politólogo norteamericano Francis Fukuyama pronosticó el “Fin de la historia” en un conocido ensayo publicado en 1992, sosteniendo que la feroz pugna ideológica de los últimos siglos había llegado a su fin con el triunfo del capitalismo liberal tras la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de los regímenes comunistas. Aunque su predicción no resultó acertada en el corto plazo, transcurridas dos décadas del siguiente siglo podemos pensar que Fukuyama no andaba tan errado.
Informar adecuadamente sobre asuntos sujetos a investigación judicial es un trabajo periodístico complejo, que requiere conocimientos jurídicos y una imprescindible conciencia ética que evite las injustas “penas de telediario”. Aunque siempre han existido en España referentes profesionales en la materia, desde los míticos Bonifacio de la Cuadra -uno de los fundadores de El País- o Jesús G. Albalat de El Periódico, hasta la reconocida Ángela Martialay, que escribe hoy en las páginas de El Mundo.