Una de las mayores vergüenzas de nuestra política actual, salpicada de tipos obsesionados por resucitar historias del franquismo, es el obsceno blanqueamiento de ETA. Si el pueblo español exige una memoria histórica tan detallada para hechos acaecidos más de ochenta años atrás, resulta difícilmente explicable que escondamos los crímenes de una banda terrorista que mató a 853 personas hasta hace escasamente una década.

Parece un hecho evidente que nuestro actual sistema educativo pretende ocultar a los estudiantes la existencia y los asesinatos de ETA. Poquísimos jóvenes conocen hoy quienes fueron Gregorio Ordóñez, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, Ernest Lluch, Fernando Múgica o Miguel Ángel Blanco, personalidades que lucharon por nuestras libertades desde diferentes ámbitos políticos y sociales, todos ellos vilmente asesinados por una banda de ultraizquierda que quería destruir España y aún persigue la independencia del País Vasco. ETA les mató sólo por ser españoles y defender nuestra Constitución. Sin excusas ni pretextos falsarios, pues eran reconocidos demócratas y el franquismo había terminado bastantes décadas antes.

El blanqueamiento actual de ETA, cuando siempre había existido un consenso para aislar a sus herederos políticos, se debe exclusivamente a los intereses electorales del PSOE. Es cierto que tanto PSOE como PP entablaron en su día diferentes negociaciones de paz con la banda terrorista. Pero fue para acordar las condiciones de su disolución y la entrega de sus armas, una vez que ETA había sido eficazmente debilitada por la tenaz labor desarrollada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en especial por el muy meritorio trabajo de la Guardia Civil.

La descomunal obra “Historia de un desafío”, escrita por dos destacados miembros del Servicio de Información de la Benemérita, el Coronel Manuel Sánchez Corbí y la Cabo Primero Manuela Simón, describe con extremo detalle esa lucha infatigable de cinco largas décadas que consiguió derrotar a la banda terrorista. Pero la actitud generalizada del pueblo español frente al fenómeno etarra cambió cuando Pedro Sánchez necesitó para gobernar los votos de Bildu, partido heredero de la ideología de ETA y en el que militan la mayoría de sus antiguos terroristas. Desde entonces, con el apoyo inestimable de la prensa progresista y de todos los instrumentos del Estado y del Gobierno Vasco -sistema educativo incluido- comenzó el interesado blanqueamiento de ETA, cuyos principales miembros vivos jamás demostraron arrepentimiento por los centenares de crímenes cometidos.

La propia existencia de Bildu como partido político legal resulta bastante controvertida. En un tuit publicado el pasado 11 de mayo, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo advertía de que si Bildu es legal es porque hoy en España no se cumple la Ley. El artículo 9.3 de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, dice que “un partido político será declarado ilegal cuando su actividad vulnere los principios democráticos mediante alguna de las siguientes conductas… incluir regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales personas condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los medios y los fines terroristas”. Si bien se exige que eso suceda de forma “reiterada y grave”, lo cierto es que Bildu lleva años bordeando los límites del terreno de juego, contando con la benevolencia del Estado cuya Fiscalía (¿de quién depende?) no muestra interés por el tema.

Pero la indignidad de Pedro Sánchez va bastante más allá. El Presidente pactó con Bildu el texto definitivo de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, acordando la ampliación (en su Disposición Adicional 16) hasta el 31 de diciembre de 1983 del plazo de reconocimiento de víctimas por vulneración de derechos humanos y lucha democrática. Ese plazo, que viene a considerar pseudofranquistas los Gobiernos de Adolfo Suárez (UCD) y el primero de Felipe González (PSOE), se amplió con la intención de abarcar el secuestro y asesinato de los etarras Lasa y Zabala realizado por los GAL, equiparando a gusto de Bildu el relato de una violencia estatal equivalente a la de la banda terrorista, ambas situadas en un plano de igualdad.

La evidencia de tantas infamias le ha estallado a Sánchez en plena campaña electoral, cuando Bildu presentó en sus listas a 44 terroristas de ETA condenados judicialmente, declarando luego que los 7 con delitos de sangre no tomarían posesión como concejales. Sánchez calificó esa presentación como “legal pero indecente”. Y esta es la indecente desmemoria que tenemos que tragarnos los españoles.

 

P.D.: El colofón de toda esta indecencia está aún por venir. Es probable que pronto el PSOE facilite gobiernos de Bildu en el País Vasco y Navarra. Ese es Sánchez en estado puro (”nunca pactaré con Bildu, se lo puedo repetir una o veinte veces…”). Aún así, una parte de España odia menos a Bildu que a los partidos de derechas. Eso demuestra que existen políticos indecentes, pero también votantes indecentes.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 29 DE MAYO DE 2023.

Por Álvaro Delgado Truyols