Ante la inminencia de nuestra llamada a las urnas, aquí tienen una segunda entrega de mi particular balance de legislatura. Ya avisé de que se trata de un análisis crítico, ceñido a la gestión y ajeno a la abundante farfolla propagandística. Hoy toca analizar la trayectoria de nuestro actual Gobierno autonómico.

El Gobierno de coalición del Pacte de Progrés se ha caracterizado por una combinación de gestos de cara a la galería con una ineficiente gestión de los millonarios recursos públicos que han tenido a su disposición. El reparto de instituciones y departamentos entre los partidos coaligados ha generado una poco coordinada gestión de conjunto, sólo remediada por las indisimulables ganas comunes de permanecer agarrados al poder. Examinemos los principales departamentos gubernamentales:

En la fundamental materia turística, el Govern alberga dos almas enfrentadas, Jekyll y Mr. Hyde. Podemitas y nacionalistas odian el turismo, suspirando devolvernos a una idílica sociedad rural que jamás existió. Los socialistas, mientras tanto, cultivan a algunos grandes hoteleros y sobreviven entre aguas turbulentas parcheando chapuceramente la legislación. Y ninguno sabe qué hacer, fuera de su habitual política de gestos y reiteradas prohibiciones, para ordenar la masificación turística y los alquileres vacacionales. Salvo mejorar la situación laboral de las Kellys, pocas iniciativas interesantes han demostrado tener.

En materia sanitaria, existen importantes carencias por la falta de médicos especialistas debido a la exigencia del catalán. Armengol ha dado sonoros bandazos en este tema, defendiendo algunos días las necesidades del servicio y otros las obsesiones de quienes le sostienen el sillón, que antes prefieren morirse que ser curados en castellano. El resultado es un imparable deterioro de nuestra sanidad, por la dejación manifiesta de las infraestructuras, el llamativo incremento de las listas de espera y la carencia de profesionales para cubrir servicios esenciales, especialmente en las islas menores.

En cuestiones de educación, la situación no ha dejado de empeorar. La falta de centros, la obsesión con la catalanización, la demonización del esfuerzo y el mérito, la prohibición de las calificaciones y los reiterados ataques a la escuela concertada (mantra obsesivo de la izquierda, cuyos ratios de coste/calidad son mucho mejores que en la pública) han marcado el devenir de la legislatura. El resultado es que seguimos con los mismos barracones y que los estudiantes baleares están cada vez peor preparados para la globalización y las exigencias de la vida moderna. Hace unos años tal vez no sabían suficiente catalán. Hoy ni catalán ni castellano ni, mucho menos, inglés o alemán. Y tampoco saben razonar, escribir o pensar. Muchas emociones y sentimientos, cero instalaciones y conocimientos.

Por lo que respecta a vivienda, movilidad e infraestructuras (responsabilidad compartida entre el Govern Balear y los Consells Insulares) la gestión ha sido calamitosa. Nuestro Gobierno progresista se ha mostrado incapaz, en ocho largos años, de construir un número apreciable de viviendas sociales. En carreteras e infraestructuras públicas (autovías, metro, trenes, hospitales) aún vivimos de lo que hizo Jaume Matas, con la novedad del pequeño tramo vial Llucmajor-Campos. Baches, tramos parcheados, mala señalización y el asfalto desgastado de nuestras carreteras nos recuerdan al tercer mundo, mientras pagamos impuestos del primero. Las escuelas y hospitales no se tocan desde 2007. El prometido nuevo Son Dureta es un bonito solar, donde acampan las gaviotas y aún permanecen las viejas estructuras. El proyectado tranvía ecológico al aeropuerto es una quimera que tendrá 16 paradas y tardará 50 minutos. La sostenible política de movilidad consiste en poner multas, cerrar calles al tráfico y dibujar carriles bici con pintura roja encajados en espacios estrechos. ¿Y, habiendo quintuplicado la recaudación tributaria en estos ocho años (de 300 a 1500 millones sólo en ITP), dónde están los muchos millones que recaudan?

Habrán comprobado ustedes mi escaso entusiasmo por la gestión de Francina Armengol, ante quien cae habitualmente rendida gran parte de la opinión pública insular (generosamente subvencionada por ella misma con el dinero de todos ustedes) y algunos ciudadanos deslumbrados por el chorreo de propaganda en que se ha convertido la política actual. Escribió hace poco el ex Alcalde de Palma Ramón Aguiló, uno de los políticos que prestigiaron en estas islas la marca PSOE, que “el cultivo de la imagen de buena gestora, la de alguien en que se podía confiar, se ha ido al garete, y queda la imagen más real: una política sobrevalorada, sin criterio, sólo atenta a maniobras en torno a mantener el poder, en el PSIB y en el Govern”.

Ese es el fiel retrato de la persona que nos preside desde el ya lejano año 2015. Vean, además, que no lo he dibujado yo, sino que lo definen los hechos y lo ha dejado escrito un notable correligionario suyo. Armengol ha demostrado ser una política intuitiva, consumada escapista de problemas y hábil mantenedora de su coalición. Pero, por encima de gestos y contorsionismos coyunturales, es una gestora mediocre y una gobernante sectaria. Aparte de sus deslices personales en época de pandemia (esas copas de madrugada en el Hat Bar durante el confinamiento severo que revelan su verdadera personalidad, alejándola de la seriedad institucional que pretende vender) jamás se ha molestado en hacer sentir a los muchos baleares que no la votaron que es la Presidenta de todos.

Su engañoso halo de prestigio, descontando el oficio proporcionado por décadas en política, se debe a tres razones fundamentales: la pujanza de la industria turística (que tira de la economía y del empleo sin mérito alguno de nuestros gobernantes, aunque Armengol y Negueruela se cuelguen las medallas), el dineral destinado a gabinetes, propaganda y colocaciones (hipertrofiando el volumen de la Administración pública), y el haber vivido plácidamente sin oposición externa ni interna. De esta confortable renta lleva viviendo dos legislaturas. La prueba del algodón es que, siendo una baronesa autonómica exitosa, el PSOE jamás cuenta con ella para nada. La sorprendente decisión de traer a Sánchez a un acto de su campaña electoral, que parecía inconveniente para su partido, puede ser buena para ella. Acercándose al achicharrado Rey Sol, la muy lista sólo trata de garantizarse un puesto el día que pierda.

 

P.D.: Veremos como acaba para Francina el preocupante Caso Puertos. Es conocida la parsimonia, el trato exquisito y la inexistencia de filtraciones de la justicia balear cuando investiga trapicheos del PSIB (en claro contraste con el PP o UM). Pero la cosa no pinta bien para la muy solícita Presidenta, a quien desde Autoridad Portuaria informaban por whats app de cualquier paso que daban, y ella iba mostrando alegría o contrariedad…

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 22 DE MAYO DE 2023.

Por Álvaro Delgado Truyols