En su muy recomendable ensayo titulado “Las edades del periodismo”, Xavier Pericay dedica un capítulo a tratar la autocensura en los medios de comunicación, o lo que él llama la “cultura de la conformidad”. Cuenta Pericay que la autocensura no es un fenómeno reciente, y que ya fue tratado por Wenceslao Fernández Flórez y por George Orwell en obras publicadas en la primera mitad del siglo XX. Se trata de una conducta, no siempre impuesta por el poder político sino emanada a veces de intereses económicos, sociales o comerciales, que hace que muchos periodistas -tengan el origen y la formación que tengan- acaben mimetizándose con la línea editorial del medio para el que trabajan, hasta el punto de “amoldarse” a lo que interesa contar en cada momento, y a la forma en que interesa hacerlo. Pericay recuerda una sonora frase de Orwell que dice “si la libertad significa algo, es el derecho a decirles a los demás lo que no quieren oír”. Trasladado al periodismo político, ello implicaría el deber periodístico de preguntar a los políticos justo lo que no quieren que se les pregunte.

El comunicador de Onda Cero Carlos Alsina, premiado este año por la Asociación de la Prensa de Madrid como Mejor Periodista del 2020, fue entrevistado hace unos meses por Pablo Motos en su programa televisivo ”El Hormiguero”. Cuando Motos le preguntó al locutor radiofónico -comedido en sus apreciaciones, siempre aderezadas con un característico y elegante toque irónico- por los principales problemas actuales de su profesión, Alsina sorprendió al auditorio diciendo que el más peligroso de ellos era, hoy en día, “la autocensura de muchos periodistas por influencia de las redes sociales”.

A continuación, el premiado líder radiofónico explicó detalladamente a qué se refería. Y dijo que algunos políticos actuales tratan de acallar los comentarios negativos a su gestión pública manejando hordas de seguidores que “crean campañas de hostigamiento” en las redes sociales a los periodistas que se muestran críticos con ellos. Y muchos comunicadores, preocupados por esas amenazas, acusan una tendencia manifiesta a reprimirse en su labor crítica hacia los instigadores de tal acoso. O sea que acosa en las redes y vencerás. En definitiva, que los periodistas que no halagan al poder y se muestran más independientes tienden a “autocensurar” sus comentarios críticos para no incomodar a quienes les hostigan en internet.

Tras el comentario de Carlos Alsina pivotaba, de una forma bastante evidente, el comportamiento de algunos líderes de Podemos y del nacionalismo separatista. Quienes, cuando la prensa hurga en sus contradicciones y en las irregularidades que se investigan en la gestión de sus partidos o de las diferentes Administraciones a su cargo, se dedican a fomentar el acoso implacable a todos los críticos, y acaban pidiendo un “control político” de los medios de comunicación privados.

Con los numerosos actos vandálicos acaecidos a raíz del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél se pudieron comprobar muestras evidentes de esa “autocensura” que describió Carlos Alsina. Bastantes columnas de opinión que se publicaron durante esos días sobre la injustificable oleada de violencia desatada –hordas de gente antisistema apedreando a policías y robando comercios a manos llenas mientras, supuestamente, luchaban por la “libertad de expresión”– incidían en las críticas a los vándalos y a la indisimulable participación de Podemos (un conocido tuit de Pablo Echenique alentó a los violentos a actuar). Pero casi todas trataban de autoprotegerse con alusiones a necesarios cambios legislativos, al peligro genérico de la “ultraderecha”, o a que el “clima violento” que azota España había sido también fomentado por Vox.

El acoso a la prensa independiente no es una novedad de estos tiranillos del siglo XXI. Ya en los tiempos de la independencia norteamericana surgieron conflictos con los periódicos de la época. Hasta el punto de que Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos pero –ante todo- una mente política de un nivel difícilmente superable, llegó a decir “prefiero tener prensa sin Gobierno que Gobierno sin prensa”. Tampoco resulta hoy novedad el llamado “extremocentrismo”, que es la tendencia habitual de ciertos comentaristas a ponerse exquisitos mirando a los lados -habitualmente siempre al mismo- fingiendo una falsa equidistancia que merma su independencia y acaba ofendiendo a la verdad. Para esta gente, los frecuentes acosos violentos del mundo abertzale, del entorno radical de Podemos o del separatismo catalán siempre precisan, para ser contados, de alusiones genéricas –casi nunca basadas en hechos concretos- a la supuesta violencia del otro lado. “Moderaditos”, les llama jocosamente Quintana Paz.

En su entrevista en “El Hormiguero”, Carlos Alsina defendió la independencia de los periodistas frente al “afán de control de los políticos” diciendo que ese afán -y el señalamiento directo de algunos comunicadores incómodos- siempre ha existido en el ámbito privado, pero que ahora incorpora una novedad, que es una parte del Gobierno exhibiendo esos comportamientos en público. Queriendo que se sepa que ellos organizan campañas de hostigamiento, que se sepa que a ciertos periodistas les señalan con nombres y apellidos desde el Palacio de La Moncloa, y que se sepa que tienen intención de controlar a los periodistas díscolos. En definitiva, dijo Alsina: “al Vicepresidente Iglesias (aún estaba en el cargo) le gustaría decidir desde el poder si yo debo estar en este programa esta noche o no”. Y añadió, dirigiéndose a Pablo Iglesias, “si a ti, cuando hacías La Tuerka, nadie te controlaba la escaleta del programa ¿por qué nos vas a controlar a nosotros la nuestra?”.

Los gobernantes sin escrúpulos pretenden manejar al pueblo mediante el uso incesante de la propaganda. Y acallar las instituciones que su poder no puede colonizar. Entre ellas están el Poder Judicial (el tercer poder de Montesquieu) y la prensa libre (el llamado “cuarto poder”). El día en que dispongan de un panorama mediático dócil, subsidiado y alfombrado, y no existan medios cono este digital, o Alsinas, Motos, Carlos Herreras, Vicentes Vallés, Indas (por cierto, bienvenido de nuevo a Baleares) ni Losantos prepárense ustedes para lo bueno. Ya nos lo advirtió, hace más de 200 años, el genio de Thomas Jefferson.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 2021.

Por Álvaro Delgado Truyols