La polarizada situación política de la España actual se parece a la de octubre de 1934, aunque sin tiros ni violencia física. En ese desafortunado año, el PSOE y la UGT, acompañados por PCE, CNT, FAI y los nacionalistas, se sublevaron en armas -principalmente en Asturias y Cataluña- contra el Gobierno de la Segunda República presidido por Alejandro Lerroux. La “idílica” democracia republicana, instaurada pacíficamente tras las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 que supusieron el abandono de España del Rey Alfonso XIII, vino a ser saboteada por los principales partidos que contribuyeron a su creación, con un papel destacadísimo del PSOE de Largo Caballero e Indalecio Prieto, máximos responsables de la llamada “Revolución de Octubre”.

La razón de esa iniciativa revolucionaria les sonará familiar. En las elecciones generales de noviembre de 1933 ganaron holgadamente las derechas, encabezadas por la CEDA de José María Gil Robles, aunque las izquierdas presionaron al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, para impedirle que les encargara el Gobierno. Para el bloque izquierdista, respaldado de forma entusiasta por el idolatrado Manuel Azaña, “la República era sólo para los republicanos”, por lo que los partidos derechistas o monárquicos no tenían derecho a gobernar. Por ello Alcalá Zamora encargó el Gobierno a Lerroux, líder del partido radical. Un año más tarde, ante el temor de los partidos de izquierda de que el jefe del Estado permitiera finalmente formar gobierno al partido vencedor en las elecciones, el PSOE y sus aliados decidieron sublevarse contra la República. ¿A qué les recuerda este comportamiento del PSOE? Esta frase del entonces líder socialista Francisco Largo Caballero resulta enormemente reveladora: “Que conste bien: el Partido Socialista va a la conquista del poder, y va a la conquista, como digo, legalmente si puede ser. Nosotros deseamos que pueda ser legalmente, con arreglo a la Constitución, y, si no, como podamos. Y, cuando eso ocurra, se gobernará como las circunstancias y las condiciones del país lo permitan. Lo que yo confieso es que si se gana la batalla no será para entregar el poder al enemigo”. Las similitudes con el actual “hacer de la necesidad virtud” son bastante evidentes.

Las pulsiones frentistas y autoritarias del PSOE no empezaron con Pedro Sánchez. Quienes conocemos la verdadera historia de España podemos asegurar que el alabado periodo en el poder de Felipe González no representó más que un oasis excepcional en la radical y convulsa historia del Partido Socialista Obrero Español. Paréntesis que desapareció de la misma forma que llegó, arrollado por la polarización introducida -desde 2004- por su nuevo y guerracivilista líder José Luis Rodríguez Zapatero.

No se confundan ustedes con el PSOE. Sólo entre 1982 y 1996 fue ese moderno referente socialdemócrata que pilotó para los españoles la compleja transición democrática. En el resto de su historia centenaria ha sido un partido excluyente, tratando siempre de alentar Frentes Populares o Pactos del Tinell.  La entrega de Pamplona a Bildu no es más que otro peldaño en esa divisiva trayectoria.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 01 DE ENERO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols