Los baleares tenemos mucho que agradecer a Koldo García. Y al padrino de toda esa banda llamado Pedro Sánchez. Gracias a estos dos gigantes de la militancia, aizkolaris del orbe progresista, hemos descubierto sorprendidos que, durante las pasadas legislaturas, tuvimos en nuestras islas una presidenta fake.

Que su antiguo diario de cabecera, dispensador de nubes de incienso tras cada contorsión de su grácil figura, titule en reciente portada ”El Govern de Armengol ocultó a Bruselas el fraude de las mascarillas de Koldo” solo puede significar dos cosas, ninguna excesivamente buena para la No Tant Honorable. La primera, que nadie apuesta hoy un euro por su futuro político, y que su idilio con el progresismo balear puede considerarse amortizado. Y la segunda, nada incompatible con la anterior, que algunos comienzan un peculiar cortejo nupcial para aparearse con golosas subvenciones procedentes de la fachosfera.

Koldo está demostrando que vendía a precio de oro mascarillas fake y que, tras una llamada de Ábalos, se las compraban sin expedientes administrativos gobernantes fake. Como nuestra dócil presidenta Armengol, que nada reclamó tras comprobar que se las habían envasado dobladas. Tratando de encontrar algún tipo de justificación a su pasividad inexplicable -más de tres años sin devolver el material ni reclamar la devolución del fraude-, y a la pestilente triquiñuela posterior de endosar el coste a Bruselas, y dada la naturaleza incorruptible de todo gobernante socialista -si gastan dinero en viajes, cocaína, putas o mariscadas están rescatando sectores sociales deprimidos- solo se me ocurre una explicación tristísima: frente a la fachosfera, y siendo moralmente imposible pensar en la trincosfera, tenemos a una torpe y crédula tontosfera.

Además de dar las gracias a Koldo, debemos agradecer también a Sánchez el haber descubierto a toda España la deslumbrante talla de Armengol, a quien muchos baleares consideraban un genio de la política tras tantos años de incienso propagandístico. Además de su abisal inferioridad respecto de su tan manido referente Félix Pons.

Desnuda -por primera vez- de toda protección mediática subsidiada y de sus habituales guardias de corps, la actual presidenta del Congreso se muestra ante la opinión pública española como una persona con tics autoritarios pero genuflexa ante el poder, de discurso empalagosamente cursi y sectaria hasta la médula. Y como una política incapaz de comprender su actual papel institucional y moderador, carente de modales y la formación ética, jurídica y sintáctica necesarias para ser presidenta de las Cortes en un delicado momento de gran polarización nacional. Se nota que fue nombrada solo para desatascar tratos espurios con Puigdemont, y que pronto será despachada, cuando su servilismo vergonzante o una eventual imputación por su dolosa gestión de las mascarillas comience a pasar al cobro facturas personales al implacable Corleone de La Moncloa.

Visto el cruel retrato al natural que ella solita se está dibujando ante la opinión pública española, dudo que Na Francina nostra pueda volver a presentarse para presidir el Govern balear. Perdonen si se me escapa alguna lagrimilla. No quepo en mí de la congoja.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 04 DE MARZO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols