El blog de Álvaro Delgado Truyols

La terrible herencia de Sánchez

Cuando Pedro Sánchez abandone el Gobierno, cosa que sucederá más pronto o más tarde, nos regalará a los españoles una herencia pavorosa. Esa forma suya de gobernar, cuyo objetivo exclusivo es la conservación del poder a cualquier precio, dejará devastada durante años la convivencia entre los ciudadanos, además de nuestra maltrecha economía y la compleja arquitectura institucional que hemos podido mantener desde la aprobación de la Constitución, cuyo 44 aniversario hemos celebrado esta pasada semana. Sánchez nos va a entregar el país como las centrales eléctricas de Ucrania. Y a eso le llaman tener un “Gobierno de progreso”.

Empezando por el tema económico, aparte de sangrar a los ciudadanos con insaciable voracidad tributaria (ahora vienen los impuestos a la banca, a las eléctricas y a los “ricos”), de dar siempre más dinero a las regiones más pujantes que a las más necesitadas (precisa los votos de los separatistas vascos, navarros y catalanes para seguir en el poder), de regar con unos presupuestos generales expansivos en tiempo de recesión todos sus caladeros de votos, y de haberse llevado en la recaudación del IRPF de 2022 un extra de 33.000 millones de euros por efecto de la inflación, nos va a dejar en herencia una deuda pública nacional del 130% del PIB, cuando la media de la Unión Europea está en un 76%. El terrible agujero dejado por Sánchez lo pagarán religiosamente varias generaciones de españoles.

El deterioro institucional de estos años será también difícilmente superable. Tras colonizar obscenamente todos los poderes del Estado (Congreso y Senado, Tribunal Constitucional, Fiscalía, Tribunal de Cuentas, Consejo de Estado, CNMV, Competencia…), hacerse con el control de RTVE, el CIS, Indra, Correos, Paradores y la SER, desactivar todos los controles y contrapesos a su Gobierno, criticar la labor de los jueces (llamándoles “fascistas, machistas y mal formados”, con declaraciones de Ministras de su Gabinete), amañar las encuestas oficiales y las formas de computar estadísticamente las principales variables económicas o las cifras del paro, se ha dedicado también a deteriorar hasta el infinito la actividad parlamentaria. Todas sus propuestas legislativas se aprueban por la falsa vía de urgencia del Decreto-Ley (que evita los debates parlamentarios y los informes de los órganos controladores), hurtando habitualmente al Parlamento la posibilidad de discutir o votar enmiendas, y apartando a la oposición de la mayor parte de los trámites legislativos, como ha denunciado amargamente Edmundo Bal.

El deterioro de las libertades en España presenta también síntomas de difícil recuperación. Tras los excesos liberticidas cometidos durante la pandemia, que el Tribunal Constitucional ha ido anulando inexorablemente sin que al narciso que nos gobierna se le mueva ni una ceja (ilegalidad de los estados de alarma, cierre del Parlamento, medidas de confinamiento), Sánchez se ha dedicado con ahínco a eliminar cualquier atisbo de crítica política y mediática hacia su persona. Por un lado, haciendo que su Gobierno ejerza de oposición al líder de la oposición -tachándole de fascista, amigo de la ultraderecha, antidemocrático y machista- por ejercer simplemente su labor de control al Gobierno. Y, por otro, despreciando públicamente y tratando de asfixiar económicamente a la escasa prensa libre que hoy queda en España, sólo por no dedicarse a las alabanzas incondicionales hacia su persona. Comparecer en la tribuna del Senado exhibiendo portadas de El Mundo como si fueran un grave atentado democrático (como hizo, en su día, Nicolás Maduro) o acosar e las redes sociales a Pablo Motos por criticar a la Ministra de Igualdad nos dan la exacta medida de su inexistente tolerancia a la crítica.

El vaciado del Código penal de ciertos delitos concretos (abusos, sedición, malversación), la fraudulenta aprobación por vía de urgencia de numerosas leyes ideológicas de contenidos discutidos y con consecuencias imprevisibles (“Memoria democrática”, “Sólo sí es sí”, “Trans”, “Bienestar animal”), y las sorprendentes transferencias de competencias a ciertas Comunidades Autónomas (prisiones al País Vasco y Cataluña, salida de la Guardia Civil de Navarra) -sólo justificables por conservar el poder a toda costa- conformarán en el futuro un delicado panorama de imposible reversión. España va a convertirse, por obra de la piqueta de Sánchez, en una república laica y confederal de facto difícilmente gobernable.

Dado que nuestro benevolente sistema político jamás pudo prever que un psicópata sin escrúpulos pudiera llegar al poder, y visto que los escasos contrapoderes establecidos por nuestra Constitución apenas resisten las incesantes embestidas de Sánchez, en España sólo nos quedará una última solución de emergencia. El único botón salvador que debe apretar cualquier nuevo gobernante que alcance el poder es cambiar por fin la Ley electoral. Para que las mayorías de gobierno nunca más dependan de los partidos que quieren destruir el país.

Sánchez pasará a la historia, como dijo de sí mismo, por exhumar los restos de Franco. Y también por enterrar lo que quedaba de España.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 12 DE DICIEMBRE DE 2022.

Por Álvaro Delgado Truyols

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2 comentarios

  1. Jose luis Carles ( Pepon)

    Se podrá decir más alto , pero no más claro ! Felicidades ! Un placer saber que sigues ahí !

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