Fue en una conversación de amigos en la animada copa de Navidad ofrecida por este diario. Allí surgió espontáneamente el tema, hablando sobre anormalidades de nuestra actualidad política. La mesa! Una referencia entre carcajadas a ese objeto omnipresente como símbolo y explicación del complejo -pero tantas veces simple- comportamiento de muchas personas. Estábamos comentando un chascarrillo sobre la extraña fascinación que ejerce un alto representante de nuestra clase política sobre una veterana lideresa internacional, cuando una de las presentes exclamó riendo: “Pues claro! Sólo hay ver cómo le mira! Éste la pone sobre la mesa!”.

La anécdota era parte jocosa de un debate desenfadado sobre la importancia de la atracción sexual, el dinero y el poder en la mayoría de actuaciones ejecutadas a diario por infinidad de seres humanos. Incluso, o con más intensidad aún, en sus decisiones y actuaciones políticas. La espontánea autora de la frase, una periodista joven ya con años de experiencia, había llegado la conclusión de que dos o tres pasiones humanas condicionaban el comportamiento cotidiano de una inmensa mayoría de la gente. Y que no hacía demasiada falta buscar para muchos asuntos explicaciones más complejas. Casi todo se reducía a la mesa.

La animada y amigable conversación había discurrido por cauces bastante más serios hasta ese estruendoso instante. Y entonces todos nos miramos. Y nos reímos a carcajadas. Qué forma realmente tan simple, y a la vez tan crudamente sofisticada, de explicarnos cuestiones incomprensibles que hasta el momento estábamos intentando justificar con argumentaciones sesudas y aburridas.

Y el divertido caso inicial nos fue llevando a otro. Y éste a otro. Y el tercero a un cuarto más. De repente, un montón de situaciones de compleja justificación política o social venían a ser explicadas con el mismo horizontal argumento. La mesa! Porque a veces eran ellos, y otras veces ellas, los que ponían al otro sobre ella. Con idéntica finalidad. Y los variados integrantes de la tertulia no podíamos parar de reír.

Referencias a las relaciones entre el sexo, el dinero y el poder han sido constantes en la larga trayectoria de la humanidad. También las motivaciones sexuales fueron, a menudo, responsables de importantes acontecimientos históricos (guerra de Troya, Marco Antonio y Cleopatra). Ya escribió Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, refiriéndose a uno de los más grandes filósofos griegos: “Como dijo Aristóteles, cosa es verdadera, que el hombre por dos cosas trabaja, la primera por haber mantenencia, la otra cosa era por haber juntamiento con fembra placentera”. Y se atribuye una frase a Oscar Wilde que dice: “Todo en este mundo va de sexo, menos el sexo. El sexo va de poder”.

Ya saben ahora ustedes cómo explicar ciertos arcanos de la vida pública. Cuando no entiendan alguna situación siempre pueden pensar en la mesa. La mesa! Y tal vez tengan razón. O, en caso de no tenerla, seguro que se ríen un buen rato. Como algunos hicimos a gusto en la agradable copa -que no en la mesa- de nuestro querido diario.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 02 DE ENERO DE 2023.

Por Álvaro Delgado Truyols