La degradación de la democracia española ha alcanzado el extremo increíble de pagar a gente para que nos insulte. Y no mediante redes sociales o desde una manifestación callejera, sino a lengua suelta y con anuencia de las autoridades desde la sede de nuestra soberanía nacional.

La portavoz de Junts en el Congreso Miriam Nogueras, alguien sólo capaz de sonreir cuando escolta embelesada por Bruselas al fugitivo Puigdemont, es una tipa enfurruñada a quien el Estado que desprecia le paga 117.000 euros anuales para poner semanalmente a parir a las instituciones españolas. Bastantes eurillos más de lo que gana cualquier españolito medio que no tiene la fortuna de trabajar para ese Napoleón de Waterloo con flequillo, gafotas y palacete, a quien los españoles financiamos por odiarnos.

Además de la sideral hipocresía de cobrar semejante dineral para despotricar de quien les paga, cosa que debe estar proscrita hasta en el Estatuto de los Trabajadores, en el debate sobre la Ley de Amnistía Nogueras y sus socios de coalición insultaron desde la tribuna del Congreso 25 veces a los Jueces y al Estado español. Y ello ante la indiferencia de la presidenta, una Francina Armengol cada vez más cercana al Igor del Jovencito Frankenstein mientras persigue las huidizas sombras de Félix Pons. Lo cierto es que Sánchez no ha podido encontrar mamporrera mejor (todos añoramos a Meritxell Batet como si fuera Cicerón), ni España peor presidenta del Parlamento. Porque, tras dejar explayarse en insultos y descalificaciones a Nogueras y a los portavoces de ERC, Bildu, Sumar, Podemos y BNG, cortó luego el micrófono a Feijóo por censurar la profunda vergüenza que todos estábamos viviendo.

Aunque lo de Nogueras y sus compinches no tiene un pase, debemos detenernos algo más en el lamentable desempeño de Armengol. Aparte de su habitual e impropio destrozo de la sintaxis castellana (dijo literalmente al jefe de la oposición, antes de cerrarle el micro: ”Señor Feijóo, no me parece adecuado sus palabras, vaya terminando”), inevitable secuela de esa inmersión en catalán que le obsesiona, debe ser que ella es farmacéutica y no entiende un carajo de Derecho, pero alguien debería explicarle -mejor en catalán- lo que dice el artículo 103.1 del Reglamento del Congreso de los Diputados: “Los Diputados y los oradores serán llamados al orden cuando profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquier otra persona o entidad”. Aunque a ella -discípula descarriada de sus grandes referentes Peces Barba y Félix Pons-, si los socios actuales del Gobierno insultan reiteradamente al Rey, a los Jueces o a la oposición se la trae al fresco. A ver si un puñetero Reglamento le va a estropear esos ojitos molones que últimamente le pone el presidente.

Este es el ambiente idílico en que se desenvuelve la política española. Cosas de impedir a toda costa la normal alternancia democrática y de poner a gobernar a los peores elementos de nuestra sociedad.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 05 DE FEBRERO DE 2024.

Por Álvaro Delgado Truyols