Este artículo va dirigido -fundamentalmente- a los votantes y simpatizantes bienintencionados de Podemos y a todos los que, en algún momento, habéis mirado ese movimiento con curiosidad o esperanza. A esos nostálgicos de las revoluciones que aún creéis que el mundo lo van a cambiar -en unos pocos años- cuatro charlatanes descamisados vociferando vituperios contra la casta y consignas de cuñao en tertulias televisivas y asambleas de Facultad. A los que pecáis de candidez y no habéis perdido aún esa virginidad neuronal que quiebran los años currando en la calle, pagando impuestos con bastantes ceros y respirando el napalm que llueve fuera del mullido mundo de la mamandurria pública. Al resto, a quienes sólo pretendían arramblar con todo el sistema para satisfacer sus frustraciones vitales o sus desengaños con la sociedad que les ha tocado vivir supongo que les importará una higa lo que yo escriba. Y, la verdad, es que ellos a mí también. Aclarado todo esto, ahí vamos.

Muchachos, lo siento en el alma, pero os han engañado. Como a chinos. Nunca mejor dicho viendo lo que ese siniestro Gobierno -extraña combinación de lo peor del comunismo rancio y del capitalismo salvaje- que anda comprando medio mundo y chuleando al otro medio, nos ha endilgado desde Wuhan con este asunto de la pandemia. Sé que es muy duro que os lo diga así a la cara. Pero es lo mejor para que os caigáis de una vez de la puñetera higuera. Y, además, se parece bastante a la forma en que tratáis habitualmente a vuestros adversarios políticos. O sea que, como decían en latín los antiguos romanos, quid pro quo. Una cosa va por la otra.

Ingenuamente pensásteis -hace casi una década- que un grupito de profesores universitarios, curtidos en debates televisivos pero ayunos de experiencia en la dura aventura de ganarse la vida en la calle, iba a renovar desde la base el sistema político que nos ha traído hasta aquí -más bien que mal- desde la Constitución de 1978, para construir uno nuevo sin privilegios, con transparencia, sin corrupción, sin engaños, sin tomaduras de pelo a los ciudadanos. Os han engañado….

Creísteis firmemente que esos nuevos dirigentes, jóvenes e ilusionantes, mantendrían sus promesas de no cambiar su piso de Vallecas, de no acumular sueldos, de no conservar privilegios de la vieja política, de no colocar en cargos públicos a sus amigos y familiares. Pensábais que, cuando criticaban a Luis de Guindos por comprarse un ático de 600.000 euros, ellos nunca cometerían un acto similar de rendición a la cultura capitalista, y se mantendrían puros en sus convicciones revolucionarias. Efectivamente, no imitaron al ex Ministro del PP. Se compraron directamente un casoplón en urbanización de lujo que vale aproximadamente el doble, según declaración de todos los vecinos. Os han engañado….

Llegásteis a pensar que ese nuevo partido iba a funcionar en círculos (como refleja su logo), sin imposiciones, con participación asamblearia de todos los militantes, con una estructura de mando horizontal y no vertical. Que el cesarismo, las purgas internas, la caja B y la corrupción eran patrimonio de la derecha. Que los vuestros eran puros, transparentes y democráticos. Y os habéis encontrado a un déspota que ha laminado a casi todos sus iniciales compañeros de viaje, que dirige el partido como su cortijo particular, que ha crispado la sociedad española hasta extremos insoportables y que maneja más fondos opacos que dinero transparente. Os han engañado…

Alguien os convenció de que representábais el nuevo feminismo. De que abanderaríais los derechos de la mujer en el siglo XXI. De que los machirulos de rancias costumbres hispánicas iban a poner pies en polvorosa con vuestra posmoderna aportación a la causa. De que las mujeres iban a estar más reconocidas que nunca por sus méritos, y de que jamás tendrían que prosperar acostándose con sus jefes. Y os encontráis dirigidos por un dictadorzuelo machista que promociona a las concubinas que se trajina, margina y chulea a las que le dejan, y hace Ministra a su pareja -sin estar capacitada mínimamente para ello- simplemente porque lo es, y mientras lo siga siendo. Os han engañado….

Creísteis que, al alcanzar por fin el Gobierno de la nación, vuestros Ministros harían auténticas políticas sociales, cambiarían el obsoleto sistema, darían un vuelco al régimen, os acercarían al paraíso soñado del poder para la gente, la liquidación de la vieja casta política y la desaparición de las desigualdades. El triste resultado ha sido el de una manifestación multitudinaria con grave peligro para la salud de los ciudadanos, unas cuantas leyes para la galería, más de 25 altos cargos del partido colocados -sin titulación suficiente- mediante la legislación especial del estado de alarma, y la rápida adopción de todos los peores vicios de los antiguos gobernantes. Cuando ellos los habían adquirido en 40 años vosotros lo habéis conseguido en 6. El Libro Guiness de los récords os espera. Os vendieron el paraíso y se lo han quedado entre unos pocos de vuestros dirigentes. Os han engañado….

Sé que es bastante probable que todos esos engaños os den igual, dado el grado de fanatismo y sectarismo que habitualmente os caracteriza. Ya el historiador francés Christian Jelen publicó en el siglo pasado un duro y revelador libro, llamado “La ceguera voluntaria”, en el que describió minuciosamente -basándose en múltiples testimonios reales- cómo los socialistas y comunistas franceses conocieron las características totalitarias del sistema bolchevique soviético desde septiembre de 1917, pero impulsaron durante más de 50 años un formidable proceso de ocultamiento, deformación y mitificación de cara a la opinión pública. Cuando el sistema era desde su inicio, según testigos directos -muchos de ellos conocidos periodistas- “policial, terrorista, asesino, guerrero, enemigo de todas las libertades, reaccionario y avasallador”. El gran escritor Jean-Françoise Revel escribió que “ojalá la lectura de “La ceguera voluntaria” pueda, de una vez por todas, enseñar a la izquierda que siempre se sale perdiendo y que se es siempre culpable cuando uno se sitúa en el bando de los enemigos de la libertad”.

Por Álvaro Delgado Truyols