Titulo este artículo con un oxímoron para hablarles de un pleonasmo. Comunismo significa miseria y opresión. La historia así lo confirma. Como decir que la nieve es blanca o el cielo azul. No ha existido régimen comunista, desde 1917, que no haya empobrecido y tiranizado al pueblo que lo ha sufrido. Cosa que lleva sucediendo en Cuba, bajo la simpatía cómplice de la progresía internacional, desde hace seis décadas. Cuando un grupo de guerrilleros barbudos, mujeriegos y borrachos, criados en colegios religiosos, montaron una revolución con la excusa de salvar la isla del imperialismo yankee. Patria o Muerte fue su lema. Hoy, 62 años después, los cubanos anhelan desesperadamente Patria y Vida.

¿Cómo resulta comprensible que quienes abanderan esa nueva Ley de Memoria Democrática, que pretende erradicar un franquismo inexistente, no digan una palabra sobre la terrible dictadura que sufre la isla caribeña? ¿Cómo se entiende que un régimen que organizó campos de “reeducación” de homosexuales, bajo el siniestro lema de “El trabajo os hará hombres”, no sufra el desprecio público de la comunidad LGTBI?

Me he preguntado muchas veces por el éxito contemporáneo de la ideología comunista. Porque estamos hablando de un enorme fraude político, filosófico e intelectual, seguramente el mayor en la larga trayectoria de la humanidad. ¿Cómo es posible que una doctrina fallida estrepitosamente en todos los pueblos donde se ha implantado, causante de miseria generalizada bajo unos dirigentes tiránicos y enriquecidos, y que ha originado más de cien millones de muertos pueda estar vigente hoy en día? ¿Por qué tantos profesores de colegios o universidades; periodistas y técnicos de medios de comunicación; actores, productores, cantantes o autores cinematográficos, musicales o literarios, e incluso un buen número de los historiadores y de las editoriales que publican libros escolares o universitarios defienden una ideología tan nociva y obsoleta?

Aunque le vayan cambiando el nombre y la vestimenta, y traten de hacerla amable aprovechando las crisis del capitalismo con su hábil manejo de la propaganda -y con los millones invertidos por tiranos como Castro, Chávez, Maduro, Putin, Xi Jinping, Kim Jong-un, Daniel Ortega o Evo Morales– no ha habido en la historia una ideología más criminal y despótica que el comunismo. Según fuentes perfectamente documentadas, sólo entre Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot encarcelaron a mil millones de personas y asesinaron a cien millones de disidentes. Cifras que quintuplican el genocidio de los nazis, aunque Hitler sea recordado como el peor monstruo de la historia.

El problema del comunismo no es solo el número de muertos y represaliados causado en el mundo entero, sino la miseria y la ausencia de libertades en las que deja a todas las naciones en las que se ha experimentado. Las consecuencias de la implantación de un régimen comunista, aunque se excusen defendiendo que la teoría es buena pero se hace de ella una mala aplicación práctica, son siempre las mismas: usurpación de las instituciones democráticas, torturas, asesinatos y expropiaciones de propiedades a los disidentes, destrucción de la economía de mercado, censura informativa, estatalización de medios de producción y de comunicación, corrupción y enriquecimiento de la clase dirigente, y exilio de parte de la población. Es un proceso de manual, repetido de forma incesante en la historia del siglo XX. Y que se seguirá repitiendo en el XXI, porque ya dijo Einstein que “no puede haber resultados diferentes haciendo siempre lo mismo”.

¿Cómo les siguen creyendo tantos incautos? ¿Cómo una ideología totalitaria y multifracasada puede mantener el respeto de tantos intelectuales en el mundo? El historiador francés Françoise Furet, dedicó su obra “El pasado de una ilusión” al principal logro intelectual de los comunistas. Que fue crear un mito buenista e idílico que se ha independizado milagrosamente de la nefasta experiencia histórica del comunismo en la práctica. Y así consiguen que mucha gente no perciba que todo eso es mentira, y que no puede funcionar en ningún lugar. Sus argumentos son siempre angelicales -ese rollo de la igualdad, y de combatir el imperialismo y la explotación- pero resultan todos rotundamente falsos. Ofrecen un paraíso buenrrollista y cumbayá pero traen un infierno insoportable. Apelan a la bondad y a la sensibilidad social para hacerte sentir solidario, aunque te engañan de manera continuada. Consiguen que te creas mejor persona que los perversos capitalistas, y luego -mientras se forran a tu costa- te esclavizan y empobrecen, imponiendo un igualitarismo forzoso contrario a la naturaleza humana.

Sostengo desde hace tiempo que existe alguna relación entre el auge de los populismos y el declive de la religión. Creo que la gente necesita algo trascendente que le ayude a superar sus miserias cotidianas y le haga sentirse mejor ser humano. Al perder el cristianismo ese papel secular, muchos han buscado sustituto en diversas religiones laicas. Y el comunismo reúne todos los ingredientes para satisfacer ciertos anhelos. Resulta muy difícil justificarte a ti mismo que sientes rencor social, que odias el éxito ajeno, que no soportas a los ricos ni a los triunfadores, y que eliminarías de la sociedad a la gente que ha prosperado en la vida. Resumido así suena fatal. Pero el comunismo te proporciona la mejor coartada. Te incorporas a esta ideología, te reúnes con muchos semejantes -a los que llamas “camaradas”-, os sentís mejores personas por defender una causa común, y dejáis de ser oficialmente una pandilla de resentidos. Ahora sois progres viviendo una ideología cuqui que fomenta una eterna adolescencia. Problema resuelto y conciencia limpia. Igual que la religión cuando justificaba la hoguera o rebanar el cuello a los infieles. Vuestros infieles son ahora los “ricos”. Como los de esos infelices que han colgado una pancarta defendiendo a Stalin en el balcón del Ayuntamiento de Valencia.

Se atribuye también a Einstein otra frase que decía: “redistribuir la riqueza eliminando a los ricos es tan absurdo como intentar que el pueblo sea más inteligente eliminando a los genios”. Estos malvados comunistas incorporan escasos genios, pero son realmente brillantes. Siempre terminan forrados esquilmando a los demás. Es el paraíso insufrible que ofrecen a tantos crédulos.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 6 DE SEPTIEMBRE DE 2021.

Por Álvaro Delgado Truyols