Tal como Francis Fukuyama pronosticó el “Fin de la historia” tras acabar la Guerra Fría, yo les anticipo aquí una tragedia que se atisba en el horizonte: el fin de la prensa libre como contrapeso al poder político en la mayoría de las sociedades occidentales.

El conocido ensayo del politólogo norteamericano-japonés, publicado en 1992, hacía referencia a que la historia moderna de la humanidad -entendida como una lucha de ideologías- había concluido con el triunfo del capitalismo liberal tras la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento de los regímenes comunistas. Predicción que no resultó acertada, aunque el propio Fukuyama se ha encargado de decir que pocos habían leído y entendido bien el verdadero sentido de su obra.

Hace escasas fechas, con motivo del vigésimo aniversario del grupo Vocento, su Consejero-Delegado Luís Enríquez entrevistó en Nueva York al mítico periodista Gay Talese. A sus 90 años, el lúcido creador de opinión norteamericano -ya de vuelta de muchas cosas, con su eterno aspecto de dandy intemporal- exhibió una crónica implacable sobre la deriva actual de su profesión. La principal preocupación de Talese era la oleada de “corrección política” que invade todos los medios e incluso las universidades norteamericanas.

En esa interesante entrevista, el padre del “nuevo periodismo” declaraba que “tenemos una percepción distorsionada de lo que consideramos aceptable o políticamente correcto. Ahora tenemos un conflicto sobre cómo el comportamiento de una persona va a afectar a su derecho a ser escuchada, o a su derecho a publicar, o a ser actor o músico”. Y añadía: “a veces me pregunto si los libros que he publicado, o los artículos que he escrito de joven serían publicados hoy en día”. Para concluir: “te aseguro que si estuviera diciendo lo mismo que te estoy diciendo a ti ahora no podría aparecer en la televisión de mi país. Y eso está mal. Debería ser posible que yo pudiera decir estas cosas en la televisión norteamericana, la tierra de los hombres libres y de los valientes. Pero no somos tan valientes en este país”. Su crítica hacia la situación mediática de los Estados Unidos, tan influida por la dominante doctrina woke, no podía ser más demoledora.

En otra parte de la charla, el mítico periodista de Nueva Jersey se mostraba preocupado acerca de la libertad de expresión y del derecho a obtener información veraz. Consideraba Gay Talese que muchos Gobiernos actuales limitan esos derechos usando argumentos relativos a la defensa de intereses públicos o de la seguridad de sus propias naciones, cuando solo están protegiendo sus privilegios particulares. Y declaró abiertamente que “el periodismo debe ser independiente del Gobierno. Los periodistas deberían estar dispuestos a ser demonizados como traidores a su país”, aunque acababa reconociendo que la mayoría de sus colegas en todo el mundo viven hoy bajo más intimidación y presiones políticas que en el pasado.

Resulta algo indiscutible que las dificultades económicas de los medios de comunicación, unidas a la crisis de la prensa en papel -hoy casi no se venden periódicos impresos y la publicidad en ellos es poco relevante-, están produciendo un cataclismo financiero en el periodismo tradicional. Por un lado, porque, con la disminución de ingresos por ventas y publicidad, las empresas cada vez pagan peor, con la huida de sus mejores profesionales hacia ocupaciones más rentables, muchas veces ligadas a los departamentos de comunicación de las Administraciones públicas o de las grandes corporaciones. Y, por otro lado, porque, ante lo agónico de su lucha por la supervivencia empresarial, la mayoría de los grupos mediáticos tratan de subsistir gracias a las subvenciones otorgadas caprichosamente por el poder político, con la inevitable acomodación de su línea editorial y de las opiniones de sus comentaristas a los intereses de quien les paga. Lo que supone el fin de la prensa libre entendida como ese “cuarto poder” que “controla” a los otros tres.

Ejemplos de amenazas políticas tenemos algunos recientes. En el programa Hora 25 de la Cadena Ser que presenta Aimar Bretos, los ex vicepresidentes del Gobierno Carmen Calvo y Pablo Iglesias defendieron sin tapujos que los profesionales de RTVE fueran elegidos por los partidos políticos según sus respectivas cuotas parlamentarias. Y Pedro Sánchez acaba de atribuir a “intereses ocultos” y al “poder del dinero” las críticas que recibe “de los diarios madrileños o de la Conferencia Episcopal”.

Las amenazas que se ciernen sobre la opinión periodística pueden ustedes comprobarlas en este mismo texto. Este libérrimo artículo de opinión ha sido escrito por alguien que no vive de escribir, y publicado por un diario digital creado por iniciativa de unos empresarios ejemplares que no viven del periodismo ni reciben subvenciones públicas. La conclusión de todo ello es que, para leer opiniones independientes en el futuro, seguramente tendrán que alejarse de la prensa tradicional. El viejo periodismo está muriendo.

PUBLICADO ORIGINARIAMENTE EN MALLORCADIARIO.COM EL 24 DE OCTUBRE DE 2022.

Por Álvaro Delgado Truyols