Taburete es un conocido grupo de pop español -cuyas canciones han arrasado en estos últimos años- liderado por el joven músico Willy Bárcenas. Aparte de encumbrar a su banda a la cima de las listas de éxitos, el líder de la formación se ha mostrado también como un hijo atento, haciéndose cargo de los serios problemas que han afectado recientemente a sus padres, ambos ingresados en prisión. Los hijos nunca son responsables de los delitos que hayan podido cometer sus progenitores, aunque éste ha demostrado tener con ellos un comportamiento ejemplar.

    Willy es el hijo de Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular ya condenado por el caso Gürtel, y pendiente de varias causas judiciales por corrupción. Que hace escasas fechas ha firmado una declaración reconociendo la existencia de una caja B en la financiación del PP, y asegurando su conocimiento por parte de Mariano Rajoy. La verdad es que Luis Bárcenas ha mentido ya varias veces de forma notoria, que es una persona condenada por corrupción, y que resulta muy posible que este cante tenga que ver con la reciente entrada en prisión de su mujer Rosalía Iglesias, a la que siempre quiso exonerar de responsabilidad. Además, esa información la había comunicado en su día al Juez instructor, sin haber tenido consecuencias penales para el ex Presidente del Gobierno. Existen también sospechas de que la Fiscalía de Lola Delgado pueda haber ofrecido un pacto a Luis Bárcenas para darle un mejor trato en las causas pendientes si consigue involucrar a Rajoy. Por ello, todo apunta a que deberá presentar pruebas sólidas que confirmen sus acusaciones verbales.

Carlos Alsina hizo recientemente en Onda Cero Radio una certera disección de este asunto, que martiriza a Mariano Rajoy desde hace doce años. Afirmaba el periodista radiofónico que Luis Bárcenas ha seguido en estos años dos diferentes estrategias, que en el fondo son una sola: por un lado, la colaboración con la Justicia, aportando pruebas y testimonios que corroboran la financiación ilegal del PP; por otro, el silencio y la exoneración de la cúpula del partido para que evitar que resultara salpicada. Que pusiera mayor énfasis en una u otra dependía de en qué punto estuviera la negociación con la dirección de los populares para aliviar su situación procesal y la de su esposa. Porque el núcleo duro de Rajoy, temeroso de la información que Luis Bárcenas pudiera tener, intentó maniobrar para librarle de su calvario judicial, o en último caso librar a su mujer de entrar en prisión.

Ahí se produjo -como resumía Alsina– el juego perverso de un imputado que utiliza lo que se supone que sabe para presionar al entonces Presidente del Gobierno, y el de éste mismo utilizando su poder para intentar asegurarse del silencio del imputado. Recuerden ustedes aquellos SMS diciendo “Luis sé fuerte”. Y ahí aparece como invitado a la fiesta el siniestro comisario Villarejo, que se reunió con Cospedal en la sede del partido para intentar destruir o desactivar la información peligrosa que el ex tesorero pudiera conservar. Todo eso se torció el día que Mariano Rajoy perdió el poder (vía moción de censura), y acabó de rematarse cuando el Tribunal Supremo ordenó el encarcelamiento de Rosalía Iglesias.

Luis Bárcenas, en el escrito de confesión que ha puesto a disposición de la autoridad judicial, pide disculpas diciendo “soy consciente del mal que he podido inferir a la sociedad, fruto de una España en la que todo valía”. Ahí Alsina discrepa de Bárcenas, diciendo -con mucha razón- que en la España de los 90 ni todo el mundo se corrompía, ni aquí valía todo. Pero, compartiendo el fondo del asunto, yo aquí discrepo de Alsina. Porque resulta evidente que el ex tesorero del PP no se refería en esa frase a la población española en general, sino al ámbito de los partidos políticos y la contratación de obras o servicios públicos en los lugares donde gobernaban.

Visto todo ello, resulta posible que Mariano Rajoy conociera la vieja contabilidad B de su partido, reveladora de las comisiones procedentes de adjudicaciones de obras o servicios públicos hechas en territorios gobernados por el PP. Y también que la cúpula popular –incluido su Presidente- percibiera sobresueldos con cargo a esa caja B. Aunque Luis Bárcenas no sea un dechado de virtudes, y haya usado diferentes versiones a lo largo de su peripecia procesal, esa descripción de los hechos podría acercarse a la realidad. Aunque deberá demostrarlo con algo más que un simple cante. Al final cada palo aguantará su vela, sin poder culpar de todo a la sede de Génova.

Lo que resulta inexacto, y aquí interviene el sectarismo hipócrita de bastantes ciudadanos y periodistas, es que el PP sea el partido de la corrupción. Porque Chaves y Griñán, dos ex Presidentes andaluces -ex Presidentes también del PSOE- han sido recientemente condenados por la manguera de millones repartidos irregularmente por la Junta de Andalucía. Y muchos recordamos Filesa, Malesa, Time Export y los fondos reservados de Luis Roldán y Barrionuevo en el Ministerio del Interior. Actualmente se están investigando varios sumarios sobre la financiación ilegal de Podemos, con la imputación del partido y del cofundador Juan Carlos Monedero por existencia de cobros ilegales y caja B, sumando cuatro investigados de la máxima confianza del líder Pablo Iglesias. Y qué decir de Pujol, Munar y otros “sobrecogedores” conocidos en muchas Comunidades Autónomas.

El verdadero problema de fondo, que afecta a todos los partidos políticos españoles, es la ausencia de una Ley que regule su financiación. Y que permita conocer con luz y taquígrafos qué empresas o personas sufragan sus campañas. En España se obliga a los partidos políticos a financiarse al margen de la legalidad. Debido a ello -desde los años 80- todos salvan sus déficits con chapuzas parecidas, unas que se han ido conociendo y otras que no. Esa anhelada Ley resultaría imprescindible para garantizar su transparencia y para que -como canta con éxito Willy Bárcenas– no sigamos descubriendo en el futuro tantos “Amos del piano bar”.

Por Álvaro Delgado Truyols