Vivimos en un país tan polarizado que muchos de nuestros compatriotas suelen tranquilizar sus conciencias acudiendo siempre por sistema a la falsa contraposición. Si alguien está en contra de la actuación del gobierno de izquierdas es porque es un fascista redomado. Si alguien no simpatiza con postulados del separatismo vasco o catalán esconde un enfermizo nacionalista español. Si uno critica las doctrinas del feminismo radical es un machista de manual. Si a uno le gusta el fútbol que practica el Barcelona es un antimadridista fanático. Y así funciona casi todo con la mayoría de cerebros binarios que proliferan en el pueblo español.

Criticar al gobierno actual por sus modos autoritarios, su falta de transparencia y explicaciones públicas y sobre todo parlamentarias, su manipulación creciente de normas o instituciones (CIS, Agencia Tributaria, Fiscalía General, Abogacía del Estado, Tribunal Constitucional, empresas como RTVE, Correos, Indra, Telefónica, Adif, Prisa), o la ausencia de instrumentos efectivos para gobernar (falta de aprobación de presupuestos generales, mayoría parlamentaria insuficiente para aprobar leyes, inexistente apoyo social de un presidente abucheado en cuanto pisa la calle) no supone respaldar las políticas el PP, ni tampoco las de Vox. Solo significa aspirar a un gobierno normal que respete las reglas democráticas, sea del color que sea.

Contar que jamás un presidente del Gobierno español tuvo inmersos en graves procedimientos penales por corrupción a su esposa, a su hermano, a sus dos manos derechas sucesivas en el partido, a su fiscal general, a su ministro de justicia y a otros ministros y altos cargos que seguramente caerán, dado el ingente material existente en manos de la UCO, no es una muestra de fascismo radical, ni de antiprogresismo patológico, ni de odio personal al propio Pedro Sánchez. No es más que aspirar a tener gobernantes honrados respetuosos de la Ley, sean del partido que sean.

Que la mayoría de juristas españoles de prestigio critique la corrupta sentencia de la amnistía perpetrada por Conde-Pumpido y sus secuaces, conociendo que dicha medida de gracia a los políticos del procés carece de interés general y fue concedida para comprar el poder ofreciendo impunidad al dictado del imputado Santos Cerdán y del ex terrorista Gonzalo Boye, abogado de Puigdemont, solo para proporcionar los diputados que Sánchez precisaba para alcanzar la presidencia no es un acto de anticatalanismo furibundo, ni de vieja nostalgia franquista o de rancio españolismo renacido. Es solo mostrar respeto por las reglas del Estado de Derecho y por la recta interpretación de las normas que muchos hemos estudiado y ponemos en práctica en nuestro día a día profesional. Imaginen ustedes que un grupo de militares rebeldes diera un golpe de Estado parecido al del 23-F, fueran luego detenidos y condenados y, en las siguientes elecciones generales, Vox le exigiera al PP que el Tribunal Constitucional amnistiara a esos militares golpistas como requisito para apoyar una investidura de Feijóo. ¿Qué pensarían todos los que hoy defienden la “convivencia”? Ahora Conde-Pumpido ha abierto la puerta para que cualquier excentricidad de un Gobierno pueda ser constitucionalmente validada.

Por todo lo que les acabo de explicar, resultaría altamente conveniente abandonar ese maniqueísmo infantil que lleva a justificarlo todo acudiendo a la falsa contraposición. Resulta extremadamente peligroso argumentar de una forma tan simple, dejándose manipular por mensajes sectarios. Y cuando los que vengan hagan cosas mal, aquí seguiremos criticando al poder. Esa es la esencia de la democracia.

 

P.D.: Si Ábalos ha tenido a putillas colocadas en cargos públicos y recorriendo camas de Paradores, Sánchez ha instalado a seis meretrices togadas en el Tribunal Constitucional. Es irrefrenable la afición del socialismo a la prostitución.

PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 30 DE JUNIO DE 2025.

Por Álvaro Delgado Truyols