“Aterriza como puedas” fue una película de culto, estrenada en los años 80, que parodiaba el cine de catástrofes que había estado de moda años atrás. La historia -recordada por varios cameos de personajes famosos, entre ellos del ídolo de la NBA Kareem Abdul Jabbar, que aparecía como copiloto- nos presenta un disparatado vuelo en el que la tripulación y muchos pasajeros se intoxican por la ingesta de alimentos en mal estado, narrando las hilarantes peripecias que tienen que afrontar para lograr aterrizar el avión en el aeropuerto de Chicago.
Ser hoy usuario del Aeropuerto de Palma, el tercero en pasajeros de España y ubicado en una capital insular -una de las principales ciudades turísticas del Mediterráneo- hace recordar de forma inevitable esa alocada comedia norteamericana. Ya la llegada en coche se presenta desconcertante, tanto si uno se dirige al aparcamiento como si acude a dejar o recoger a algún pasajero. Obstáculos móviles sin interrupción, marcas viales incomprensibles, conos colocados a boleo, desvíos laberínticos del tránsito, obras y arreglos interminables, dispensadores de tickets que no funcionan, escaleras mecánicas estropeadas y una sensación constante de estar viviendo la guerra de Ucrania no hacen más que anticipar lo que uno va a encontrase en la caótica terminal. Una vez que se ha logrado acceder a ella, hay que llegar avituallado para sufrir un maratón pedestre en el que se descubre un panorama parecido, agravado por esláloms entre mostradores comerciales, y aderezado con las goteras -tipo cataratas del Niágara- que se producen los días de tormenta primaveral.
Un desastre parecido lleva tiempo afectando gravemente al Paseo Marítimo de Palma. Un proyecto delirante, que suprimió más de mil cien aparcamientos en superficie y no ha hecho más que redistribuir jardinería, aceras y carril bici, lleva tres años colapsando la principal arteria circulatoria y turística de la octava capital española. Todo sin construir un necesario aparcamiento subterráneo para obtener un resultado final -ya bastante visible- que en nada ha mejorado la añorada situación de partida, habiéndose eliminado -sin existir motivos relevantes- viejas señas de identidad de la memoria urbana palmesana como el puente peatonal y la piscina del antiguo Hotel Mediterráneo.
¿Quiénes son los responsables de ambos desaguisados? El estropicio del aeropuerto es responsabilidad de AENA, empresa estatal que ha ganado 301 millones de euros en el último ejercicio económico, mejorando sus resultados en un 15,44%. Y el del paseo, presupuestado en escasos 48 millones de euros para una longitud de casi cuatro kilómetros, es responsabilidad de la Autoridad Portuaria de Baleares, otra empresa estatal que, solo en el último año, ha ingresado más de 105 millones de euros.
¿Qué explicación tienen estos dos desastres en proyecto, planificación y ejecución? Aparte de la incompetencia de algunos políticos mallorquines, el escaso aprecio que el gobierno central siente por Baleares. Resulta absolutamente penosa la primera imagen que cualquier visitante se lleva de nuestra capital en el inicio de esta temporada turística. Comparen con Málaga, Oviedo, Coruña o Bilbao y es para llorar.
PUBLICADO EN MALLORCADIARIO.COM EL 12 DE MAYO DE 2025.
Por Álvaro Delgado Truyols
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